El genial creador es una de las figuras más apreciadas de la colección. Manuel Millares Sall era el sexto hijo de Juan Millares Carló, catedrático de instituto y de Dolores Sall Bravo de Laguna.  

Desde su primera exposición individual realizada en 1945, el artista ha mostrado un gran interés por los fundamentos teóricos y las principales corrientes artísticas internacionales. Su conocimiento se mezcló con la experiencia personal de su identidad canaria en la que se mezclaban las momias y los objetos guanches que fueron esenciales para formar su personal estilo. Fruto del interés por la cultura canaria aborigen, en 1950 su estilo pictórico muestra diversas tentativas de tipo constructivista y pinturas en las que es clara la influencia aborigen. El pintor atravesó también una etapa de influencia surrealista, con ecos dalinianos que mezclaba con poemas de sus hermanos Agustín y José María Millares y de Ventura Doreste.

Su frenética actividad le hizo ser el principal impulsor del grupo LADAC en 1950 (Los Arqueros del Arte Contemporáneo). La I Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Madrid en el otoño de 1951 supuso la aparición de la obra de Manolo Millares en la realidad artística contemporánea. A esta Bienal presentó Millares una obra realizada el mismo año en Las Palmas: Aborigen n.º 1, obra fundamental en la producción del artista.

Viajó a la Península, por primera vez, en 1953, con ocasión del Congreso de Arte Abstracto de Santander, en lo que puede considerarse ya el anuncio de su definitivo viaje de 1955. Este año, antes citado, 1953, se casó con la pintora y poeta Elvireta Escobio.

En 1956 ya mostraba los rasgos más singulares de su narrativa con las composiciones basadas en una investigación matérica, de esencia despojada que le llevaron al descubrimiento de las posibilidades de la arpillera. En palabras del artista: “Lo insólito que me aguarda en la dimensión perdida de una burda arpillera encuentra su único paralelo en lo oscuro e inatrapable de lo desconocido”. Sobre el término “dimensión perdida” escribía también el artista: “No admito la tercera dimensión ficticia, óptica, pero sí una dimensión auténtica, material.

El año de 1957, crucial en el arte contemporáneo español, supuso varios hechos relevantes en la obra de Manolo Millares: inició sus obras, por lo general con título numerado, sobre arpillera y, por otro lado, es el año de creación de “El Paso”, en el que la presencia de Millares, desde sus primeros manifiestos, fue fundamental.

Sus obras se exhiben en los principales museos de arte internacionales y su forma de explorar el arte dejo una huella imborrable en el devenir del arte contemporáneo español. Sin duda, Millares es una de las figuras claves para comprender la sensibilidad actual española.

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