Existen dos datos fundamentales para entender la trayectoria del genial escultor canario, por un lado, la influencia de su padre que fue jefe de talleres de un astillero y armador de buques y por otro, su pasión por la paya de las canteras y lo que el mar le ofreció.

En 1944 inició sus estudios artísticos en la Academia del escultor Manuel Ramos, en su ciudad natal. Gracias a su afán de investigación y admiración por las nuevas corrientes creativas de las vanguardias, supo combinar con maestría la dureza del metal naval y la suavidad de las curvas que ofrece el mar y el viento. Rápidamente se trasladó a Madrid y En 1952 finalizó sus estudios de Bellas Artes, obteniendo el título de profesor. Al año siguiente viajó a Londres, donde tomó clases en la School of Fine Arts.

Terminada su etapa de formación, en 1953 regresa a Las Palmas de Gran Canaria donde instalará su primer taller escultórico, Allí, con su amigo Manolo Millares comienza un intenso periodo de trabajo donde ambos intentarán aunar su vocación europeísta y su afán de vanguardia con las raíces de la cultura aborigen de su tierra canaria. Luego decidirán volver a Madrid junto a otros compañeros y se unió al grupo El Paso. En la Bienal de São Paulo de 1959 se le dedicó, dentro del pabellón español, una sala especial, donde se expusieron nueve esculturas. Participó en la famosa exposición del Moma de 1960.

Cuando se disolvió el grupo El Paso siguió su carrera en solitario y no cesó de moverse por Europa e incluso vivió una época en Nueva York. Siempre estuvo muy conectado con el panorama intelectual de su tiempo y era un gran amante de todas las expresiones creativas.

Sin duda una de las imágenes que se han fijado en la memoria de los amantes del arte de este autor son las espirales en metal que tan exquisitamente trabajó este autor. Su genialidad permitió la creación de figuras en metal que fusionaban a la perfección el espíritu del hombre en la eterna lucha contra la fragilidad de su existencia, usando la metáfora del duro metal creado por el hombre que cede y es modelado por las formas en espiral de las corrientes de agua, del viento que crea remolinos en la playa jugando con la arena, de a solas que en su suave vaivén nos recuerdan la finitud del hombre.

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