Formado en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, donde se reencontró con Daniel Vázquez Díaz, del que había sido discípulo durante la guerra, Lorenzo conectó pronto con los medios renovadores. Desde ese momento comienza las experiencias de pintura abstracta, influido por el contacto con pintores americanos y algún español, Gerardo Rueda especialmente.

Lorenzo, que jamás perteneció a grupo alguno, expuso varias veces en Fernando Fe, una de las galerías renovadoras del Madrid de aquel momento, y estuvo presente en numerosas colectivas importantes. Además de como pintor, ha destacado en el campo del grabado: en 1970, el museo editó su libro de aguafuertes Diez variaciones sobre un mismo tema. También hay que recordar sus agudos textos sobre otros miembros de la generación. En 1963 escribió un libro sobre los dibujos de Fernando Zóbel y en 1965 un texto incluido en el mencionado catálogo... sobre Antonio Lorenzo.

Su obra surge, años sesenta, desde una sensibilidad abstracta en la que es destacable el uso vibrante del color y del grueso empaste, obteniendo con ello valores artísticos de gran intensidad lumínica. En su mundo pictórico hay también ciertas referencias figurativas en los años setenta, con ecos de la pintura de Paul Klee. En la década de 1980 realizó pinturas —también esculturas— a modo de collage en las que incorporaba objetos por lo general procedentes del mundo de la electrónica y posteriormente pintados con vocación de monocromía.

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