Antoni Tàpies i Puig es hoy una institución internacional muy consolidada y uno de los artistas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX en España. El creador catalán fue también uno de los principales representantes del informalismo, la corriente que combina tradición e innovación dentro de un marco abstracto, aunque lleno de simbolismo. Muchos quieren ver una obra espiritual aun siendo decisivo el peso material en ella. Tapies creció en un ambiente liberal desde su infancia. Con 11 años despierta su vocación artística, y es desarrollada en parte debido a una tisis que le provocó incluso alucinaciones que influirían notablemente en su obra posterior.

Los primeros pasos de su carrera se asociaron a la ciudad de Barcelona, estando muy cercano al surrealismo catalán. Cuando 1950 se marchó a París, capital en la que conoció las nuevas corrientes que imperaban y su producción, experimentó un giro creativo hacia el informalismo. Empezó a pintar con un estilo muy matérico, incluyendo materiales de reciclaje o de desecho, y sus típicas cuerdas, papeles, arena, paja o polvo de mármol. La presencia tan acentuada de lo material en las pinturas de Tàpies, convierten sus cuadros en casi bajorrelieves.

Entre sus principales influencias destacan Nietzsche, la filosofía de Heidegger y de Sartre, así como por el pensamiento oriental. Elementos que le sirvieron de alguna manera para crear sus impactantes composiciones que se transforman en muros de pensamiento, en las que se distinguen signos (cruces, lunas, asteriscos, letras, números, figuras geométricas…). Su obra presenta una variada gama cromática y fuerte carga lírica con composiciones equilibradas a pesar de su enorme fuerza. Otra característica de la obra de Tàpies es que se degradaba rápida y conscientemente. Esta descomposición era perfecta para reflejar el paso del tiempo. Su obra es el enfrentamiento de la materia y de lo real, con el fin de conseguir un espacio pictórico nuevo, concebido como lugar que invita a pensar sobre la apariencia de la realidad. Tàpies anula todas las categorías formales en favor de una representación en la que no hay diferencias entre la materia y la forma: no trata de expresar una idea en un medio tradicional, sino que el propio medio sea la expresión de la idea.

Su labor creadora fue acompañada, en los años setenta y ochenta, de textos teóricos {La práctica del arte (1970); El arte contra la estética (1974); Memoria personal (1978); Por un arte moderno y progresista, (1985)}.

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