Josep Guinovart

La figura de este artista catalán es imprescindible para comprender la construcción de la identidad artística de la España contemporánea, ya que su reconocible obra se ha fijado en el imaginario colectivo y ha sigue siendo referencia para creadores y amantes del arte.

Su carrera comenzó con una formación relacionada con las artes decorativas en las Escola de Mestres Pintors y en la Escola d’Arts i Oficis de Barcelona. Se distingue en él un primer periodo de tendencias más figurativas en el que desarrollo un estilo con intención naturalista. Gracias a una beca pudo disfrutar de una formación en París, un periodo en el que quedó marcado frente a las nuevas corrientes creativas. Su interés por los lenguajes más contemporáneos le llevó progresivamente a elaborar un mundo plástico claramente influenciado por el informalismo europeo. Se adentró en la vida cultural de la capital catalana y conoció a los miembros de Dau al Set, también al poeta Joan Brossa y el pintor Joan Ponç. El tejido cultural de Barcelona marcó la investigación personal del autor y su obra comenzó a incluir elementos complejos que pasaban desde obras cercanas al assemblage en las que utilizaba desde bidones y maderas quemadas hasta cajas y material de desecho, hasta masas de colores influenciados por el románico catalán, la gestualidad de los grandes maestros como Miró o Picasso e incluso imágenes de las culturas del centro y sur americano. Su obra fue reconocida desde muy temprano en el territorio nacional llegando ser representante de España en la Bienal de Sao Paulo de 1957 y en la bienal de Venecia de 1958. También se le reconoce su activismo social con los trabajos que hizo junto a la red de artistas plásticos abiertamente antifranquista Estampa Popular.

Su mirada devoraba allá cuanto mirase y lo traducía a su lenguaje personal. Su producción de obra gráfica fue muy fecunda y consiguió generar obra de inconfundible expresión creativa que asumía su personalidad propia. Obras llenas de fuerza y vitalidad de poderosa personalidad que a lo largo de las últimas décadas no han faltado en los hogares de los amantes del arte y que, sin duda, han sido una de las referencias de la inserción del lenguaje contemporáneo en la cotidianidad de una España que comenzó a desempolvar su pesada tradición para entrar por derecho propio en el tiempo global.